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martes, 16 de enero de 2018

Las abarcas desiertas / Tiempos oscuros / Trascenso

— Buenas noches y muchas gracias por venir. Hay zonas residenciales de Madrid donde es inútil pedir una pizza, porque faltan tantas placas con el nombre de las calles o el número de los portales que no hay forma de encontrar la dirección. Hasta los Reyes Magos se ven impotentes para dejar en algunas casas los regalos pedidos con tanta ilusión. Por suerte el Ayuntamiento se hace cargo y dona juguetes a los niños en esta situación. De esto va el siguiente poema, de Miguel Hernández, de cuya existencia, imperdonablemente, me enteré el pasado día cinco. Lo recito para que nadie más se quede sin conocerlo. Aclaro que una abarca es una sandalia de pastor, hecha de tiras de cuero, que deja entrar un frío que te pasas.

LAS ABARCAS DESIERTAS

Cada cinco de enero,
con cuidado ponía
mi calzado cabrero
en la ventana fría.

Y encontraban los días,
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras;
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y de pies a cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta,
por un mundo de miel.

Cada cinco de enero,
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.



El segundo, ya mío, a propósito de algo que dijo Boadicea el pasado diciembre.

           TIEMPOS OSCUROS

No parece verdad que el sol siga saliendo.
Diríase que ha mucho falta la esperanza.
Millones de parados sufren lo indecible
mientras los desalmados amasan fortunas.

Los jóvenes emigran buscando futuro.
Los gobernantes mienten y no se disculpan.
Tan solo saben empeorar los problemas.
Dar soluciones es extraño a sus cerebros.

No podemos dejar que gane el pesimismo.
Hay salida: mirad qué pasa en otras tierras.
A nosotros nos llevan cada vez más adentro
de ese túnel siniestro de ideas caducas.

No podemos seguir vistiéndonos de sombras
con ropas marrones, pardas, negras y grises.
De algún modo debemos mostrar rebeldía,
siquiera para reconocernos, contarnos,
ver nuestra fuerza y usarla si es suficiente.

El color será nuestra arma en este pozo,
nuestra respuesta al poder que nos quiere oscuros,
nuestra divisa, nuestra bandera de lucha,
nuestro horizonte.

   9 de diciembre de 2012




Y por último, el poeta invitado de la semana pasada, Gelu Vlasin, dijo algo como esto «La poesía te hace ascender hasta tener el mundo a tus pies, y en ese momento te das cuenta de que el mundo eres tú.» Me recordó al siguiente mío. Describe algo que me pasó hace más de veinte años en mi casa una tarde, aclaro que sin la intervención de ninguna sustancia estupefaciente. Si la acción y efecto de descender es el descenso, y la acción y efecto de ascender es el ascenso, la acción y efecto de trascender es el...

            TRASCENSO

Durante algunos fugaces instantes
en mi mente se ha abierto una ventana
por la que me he asomado al infinito.

Una música ha empujado los batientes
y me he sentido flotando en el vacío,
partícipe de una inmensa calma,
justo en el cruce de innúmeros caminos,
cortos como suspiro o cual deseo,
hacia las más sublimes melodías
o las imágenes más arrebatadoras.

He dejado atrás mis límites físicos
como si no existieran.
Sin miedo ni esfuerzo, me he elevado
hasta la última atalaya,
no para contemplar el mundo a mis pies,
sino para alejarme de él lo más posible.

Y, de pronto, la sensación se ha ido.
No ha variado la escena ante mis ojos,
pero se ha esfumado un velo intangible,
una sutil barrera que envolvía mi mente
y daba a cada objeto un aspecto distinto,
tan distinto...

  Septiembre de 1996

De esta sesión los que más me gustaron fueron los de Antonella sobre el pelo.

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