El primer poema que voy a leer me vino al terminar un viaje (por supuesto, en varias etapas) de cuatrocientos quince kilómetros en bicicleta. Lleva el nombre de la ciudad de destino:
BUDAPEST
Vuelo sobre el puente amarillo,
sobre la áurea luz del atardecer,
que como ninguna otra hace destacar todo.
Sobre los ruidosos tranvías,
sobre los distraídos viandantes,
sobre las sonrisas de las ninfas húngaras,
enmarcadas por sus dorados cabellos.
En un círculo de kilómetros de ancho
todo confluye en mí,
todo pivota en la palma de mi mano.
He llegado.
Budapest, 30 de agosto de 2013
Budapest, Puente de Margarita
El segundo se me ocurrió a raíz de que una persona que había estado a un clic de comprar un billete para el vuelo Madrid-Canarias aquel fatídico agosto coincidiera en la misma mesa con otra cuya hija había tenido la suerte de que su novio fue de los únicos catorce pasajeros que no resultaron heridos en el accidente del Alvia. Se titula...
ÁNGEL
Algunas veces el ángel de la muerte
te roza con sus alas.
Ha examinado tu vida toda entera
y optado por dejarla.
Su aliento ha congelado tu epidermis
de lo cerca que pasa,
y tu respiración se ha detenido
hasta volver la calma.
Se disipa el peligro mientras laten
tus venas desbocadas,
y percibes cuán frágil es tu vida,
cuán leve y delicada.
La valoras muchísimo más que antes,
con tu nueva balanza,
y notas que es lo único que tienes,
es decir, casi nada.
Budapest, 1 de septiembre de 2013
Y para compensar, el último trata de algo que está muy de moda, pero que nadie concreta en qué consiste. Aquí tenéis una descripción detallada por un testigo de primera mano:
DICHA
La felicidad es como una victoria interminable.
Un llano que nunca te cansas de recorrer.
Una luz que te ilumina permanentemente
sin proyectar sombra.
Aire fresco entrando y saliendo de tus pulmones
sin que ninguna angustia los oprima.
La ausencia de dolor, de preocupaciones,
de frustraciones, remordimientos, miedos
y el solo deseo de seguir disfrutándola.
Persíguela y huirá de ti.
Intenta encerrarla en un recipiente
herméticamente blindado
y lo descubrirás vacío.
Pero si un día te das cuenta
de que se ha posado en tu corazón,
cual pétalo traído al azar por el viento,
deja que lo irrigue hasta sus raíces,
deja que lo fortalezca y la abrace
y prepárate para volar
hacia horizontes ilimitados.
17 de agosto de 2013
De los poemas leídos esta sesión me gustó mucho Ansias, de Álvaro Deudero. Para no variar, no lo he encontrado en Internet.
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