— Buenas noches y muchas gracias por venir. El verso con el que comienza el primero es de Olaya Pazos. Los demás me vinieron en cuanto se lo escuché, la noche que recitó aquí antes del paréntesis veraniego. Es triste porque la velada se prolongó mucho, y yo ya me quería ir a casa.
COSTA
Violines de oleaje alzando sueños.
Grandes acantilados muy pequeños.
Playas sin fin de acrisolada arena.
Esteros arrasados por la pena.
Bosques peinados por insomnes vientos.
Árboles con follaje de lamentos.
Aguas heridas por algas certeras
ocultando las rocas traicioneras
que sajarán el vientre del pesquero
cegado por el innoble aguacero.
El mar acogerá a los tripulantes
llevados de la mano por bacantes
hasta su tumba de vino salado
en bajío desierto y olvidado.
27 de julio de 2017
El segundo trata de una manía que ha surgido hace poco y que, desbordada por los graves acontecimientos que estamos viviendo, afortunadamente no ha llegado a cuajar, de momento. La palabra de su título es polisémica, y está empleada, no en el sentido de razón, sino de cruzada, movimiento.
CAUSA II
Parece que el turismo
se enfrenta al fanatismo.
Es lo que nos faltaba:
esos tontos del haba
no tienen otra cosa
que hacer que esa afrentosa
ofensa al visitante.
Vale que en ocasiones
resulta algo cargante,
cuando vienen legiones.
Pero eso no es motivo
sin más para ahuyentarlo;
sí para regularlo
de un modo muy activo
y hacer cumplir la norma
al dedillo, de forma
que los propios y extraños
no se ocasionen daños,
que retornen las risas,
que fluyan las divisas
y que los exaltados,
por concordia apartados,
busquen otra salida
al tedio de su vida.
5 de agosto de 2017
Y el último lo escribí el pasado sábado 30 pensando en lo que podía ocurrir al día siguiente. Lo que no preví fue la traición de los mossos.
[risas del público]
Me alegra que os riáis, pero no es precisamente cómico.
CLASIFICACIÓN
Engañar al otro
para beneficiarlo
perjudicándote a ti
es angélico,
como cuando juegas con un niño,
y, para no desanimarlo,
le concedes puntos
que no le correspondían.
Engañar al otro
para perjudicarlo
y beneficiarte tú
es reprobable,
aunque se puede entender:
a cambio del cargo de conciencia,
te llevas algo material.
Si no la tienes,
el negocio es todavía más redondo.
Pero engañar a las masas
y lanzarlas a estrellarse
contra un muro
inmune a sus acometidas,
de modo que sus costillas rotas,
sus cabezas abiertas,
sus ojos reventados,
sus dientes esparcidos por el suelo,
incluso la sangre de algún infortunado,
pisoteado en la cobarde huida
de los que, momentos antes,
eran sus compañeros de lucha,
caigan todos sobre tu cabeza,
es tan profundamente abyecto
que al infierno de Dante
habría que añadirle un décimo círculo
para confinar a este tipo de demagogos
por toda la eternidad.
30 de septiembre de 2017
De esta sesión me gustaron dos versos del poeta invitado, Óscar Pirot:
«Bajo las manos del pianista
siempre está nevando»
Y también su último poema sobre el terremoto de México de 1985.
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