- Hay gente inimitable como Dalí -explica Pepe Ramos, presentador de Vergüenza Ajena- y gente inimitable porque da penita, como Ágata Ruiz de la Prada. Nuestro próximo poeta está sin duda entre los primeros
- Buenas noches y muchas gracias por venir. La primera poesía es como la física cuántica: quien crea que la entienda se está equivocando. Arranca de dos versos de un tango poco conocido, Plegaria. Pero, como siempre que hablo de algo, lo podéis encontrar enlazado en mi blog.
LAMENTO
¡Ay, señor!
¡Cuánta amargura y dolor!
¡Cuántas batallas perdidas!
¡Cuántas mentiras creídas!
¡Cuántas voluntades rotas!
¡Cuántas promesas devotas
deshechas en los zarzales
de las dobleces morales!
¡Cuántas malgastadas vidas!
¡Cuántas conductas suicidas!
¡Cuánta confianza burlada!
¡Cuánta lealtad maltratada!
¡Cuántas lágrimas vertidas
en caminos sin salidas!
¡Cuántos esfuerzos baldíos!
¡Cuántos barcos atrapados
y para siempre varados
en traicioneros bajíos!
¡Cuánto humano sufrimiento
se agolpa en este lamento!
17 de julio de 2016
¡Cuántos poemas leídos
que no serán entendidos!
Antecedo el segundo con una delicada y profundamente poética cita de los neoconfesionales: "La vida duele de cojones."
PROPÓSITO
¿Para qué sirve el dolor?
Cuando caminábamos descalzos
y se nos metía entre los dedos
una piedrecilla afilada,
el dolor nos servía para localizarla,
extraerla
y arrojarla lejos,
antes de que la herida
sangrara y se nos infectara.
Nos servía para alejarnos de las ortigas,
para comer moras con cuidado
de que los garfios de las zarzas
no nos desgarraran la piel.
Nos sirve ahora para guiar a los médicos
si padecemos apendicitis,
cálculos renales
o úlcera de estómago.
En suma, es un mecanismo de alarma
que nos avisa de un mal,
de que algo nos está haciendo daño,
para que le pongamos pronto remedio.
¿Pero qué pasa si no hay remedio?
En su inmensa sabiduría
la naturaleza ha previsto
que, en muchos de esos casos,
el dolor vaya atenuándose
hasta desaparecer en algunos de ellos.
Pero, en su inmensa inconsciencia,
algunas personas han puenteado
ese beneficioso mecanismo
para que el dolor no cese nunca,
e incluso vaya aumentando,
alimentándolo con rencor
agravios y desengaños
hasta que se apodera de ellas.
Desde que se dieron cuenta
de que se van a morir,
como todo bicho viviente,
no han levantado cabeza.
Los inevitables golpes de la vida
y la necesaria injusticia del mundo,
que poco se esfuerzan en mejorar,
les proporcionan combustible de sobra
para la hoguera que los consume
y humo para las más espesas cortinas.
Si al menos pudieran ofrendar
ese sufrimiento a algún dios compasivo...
Pero la mayor parte son ateos,
que solo creen en el sufrimiento inexorable.
Esa fe será recompensada
con su permanente corroboración.
22 de agosto de 2015
De esta sesión me gustaron especialmente dos obras del poeta invitado, Julio Hernández: A mí me llamaban negro y el último que leyó, que terminaba:
...ya no me quedan más dudas,
porque comprendo que es Cuba
la más hermosa cubana.
También me gustaron Amanecer, de Nico de Brozas; La casa familiar, de José Manuel Gallardo; y Plegaria y Teatro del absurdo, de Miguel Martínez.
Este blog recoge los poemas leídos por el poeta Daniel Romero en las sesiones poéticas a las que asiste. Inicialmente frecuentaba las de los martes en el bar "Los diablos azules". Tras su cierre el 28 de febrero de 2016 anidó en las de los jueves de Vergüenza Ajena hasta que se puso fin a la sesión el 19 de octubre de 2018. Ahora ha recalado en Libertad, 8, los lunes. El blog también recoge entregas de premios, entrevistas, etc.
CONSEJO:
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