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martes, 20 de febrero de 2018

Limpieza / Letanía / Reglas

— Buenas noches y muchas gracias por venir. Uno de hace tiempo que vuelve a estar de actualidad. Y lo que te rondaré, morena...

       LIMPIEZA

En el prístino PP
no hay ninguna caja B.
No se cobran comisiones.
No pululan los ladrones.
No les constan las mordidas,
auténticas o fingidas.

Nadie recuerda haber hecho
nada contrario a derecho.
El innombrable pasado
con esmero se ha borrado,
como esos dos discos duros
que pusieron en apuros
a despreciables mangantes
que ya no son militantes.

Todo es puro y transparente,
del ujier al presidente,
o es lo que les gustaría
que pensemos. Pero chico,
el elector no es borrico,
y ya ni un pelo se fía.

  4 de julio de 2017


A continuación, como desagravio al idioma tras la coz de Irene Montero, de Rubén Darío, la...

LETANÍA DE NUESTRO SEÑOR DON QUIJOTE

Rey de los hidalgos, señor de los tristes,
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión;
que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre, toda corazón.

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...

¡Caballero errante de los caballeros,
varón de varones, príncipe de fieros,
par entre los pares, maestro, salud!
¡Salud, porque juzgo que hoy muy poca tienes,
entre los aplausos o entre los desdenes,
y entre las coronas y los parabienes
y las tonterías de la multitud!

¡Tú, para quien pocas fueron las victorias
antiguas, y para quien clásicas glorias
serían apenas de ley y razón,
soportas elogios, memorias, discursos,
resistes certámenes, tarjetas, concursos,
y, teniendo a Orfeo, tienes a orfeón!

Escucha, divino Rolando del sueño,
a un enamorado de tu Clavileño,
y cuyo Pegaso relincha hacia ti;
escucha los versos de estas letanías,
hechas con las cosas de todos los días
y con otras que en lo misterioso vi.

¡Ruega por nosotros, hambrientos de vida,
con el alma a tientas, con la fe perdida,
llenos de congojas y faltos de sol,
por advenedizas almas de manga ancha,
que ridiculizan el ser de la Mancha,
el ser generoso y el ser español!

¡Ruega por nosotros, que necesitamos
las mágicas rosas, los sublimes ramos
de laurel. ¡Pro nobis ora, gran señor!
¡Tiembla la floresta de laurel del mundo,
y antes que tu hermano vago, Segismundo,
el pálido Hamlet te ofrece una flor!

Ruega generoso, piadoso, orgulloso;
ruega casto, puro, celeste, animoso;
por nos intercede, suplica por nos,
pues casi ya estamos sin savia, sin brote,
sin alma, sin vida, sin luz, sin Quijote,
sin pies y sin alas, sin Sancho y sin Dios.

De tantas tristezas, de dolores tantos
de los superhombres de Nietzsche, de cantos
áfonos, de recetas que firma un doctor,
de las epidemias, de horribles blasfemias
de las Academias,
¡líbranos, Señor!

De rudos malsines,
falsos paladines,
y espíritus finos y blandos y ruines,
del hampa que sacia
su canallocracia
con burlar la gloria, la vida, el honor,
del puñal con gracia,
¡líbranos, Señor!

Noble peregrino de los peregrinos,
que santificaste todos los caminos,
con el paso augusto de tu heroicidad,
contra las certezas, contra las conciencias
y contra las leyes y contra las ciencias,
contra la mentira, contra la verdad...

¡Ora por nosotros, señor de los tristes
que de fuerza alientas y de ensueños vistes,
coronado de áureo yelmo de ilusión!
Que nadie ha podido vencer todavía,
por la adarga al brazo, toda fantasía,
y la lanza en ristre ¡toda corazón!


Y por último, he buscado entre los numerosos textos de este móvil alguno que pudiera estar relacionado con el tema de hoy, y he encontrado esta reescritura que hice de un capítulo de Manual del guerrero de la luz, de Paulo Coelho:

El guerrero de la luz tiene siempre presentes las milenarias cinco reglas del combate

La fe: antes de entrar en una batalla, hay que creer en el motivo de la lucha.

La compañía: escoge a tus aliados y aprende a luchar acompañado, porque nadie vence una guerra solo.

El tiempo: una lucha en el invierno es diferente a otra en el verano; un buen guerrero presta atención al momento adecuado de entrar en combate.

El espacio: no se lucha en un desfiladero de la misma manera que en una llanura. Considera lo que existe a tu alrededor, y la mejor manera de moverte.

La estrategia: el mejor guerrero es aquel que planifica su combate.

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