—Comenzamos el recital —dice Victoriana— con un poeta y cronista muy pintoresco de Madrid. Es incansable y se brinda a colaborar con todo evento altruista que se le proponga. Debe destacarse que sus versos son casi siempre tan actuales como reales. Así lo demuestra semana tras semana en los recitales poéticos a los que es asiduo y en su blog Discursos a los diablos, donde nos cuenta las peripecias de la vida y la de todos nosotros, sus protagonistas. Con ustedes el genial declamador Daniel Romero.
—Muchas gracias por la atención. El siguiente lo escribí veinte días antes de la muerte de mi madre, que estuvo en una residencia como esta, concretamente la de Francisco de Rojas.
AMARRAS
Las manos de mi madre
son suaves,
son cálidas,
son fuertes.
Se agarran a la vida
como garfios de acero.
Pero su vida es débil
y escapa gota a gota
del cuerpo devastado.
Le queda poco tiempo,
tan solo dos suspiros
para dejarlas flojas
caer sobre las sábanas.
5 de junio de 2018
Vayamos con algo más divertido. Este trata de un estudio que se difundió hará tres semanas.
TRATAMIENTO
Los beneficios
del ejercicio
son tan notorios
que a viejecitos
ya no han prescrito
supositorios,
sino mancuernas,
pues buenas piernas
sano mantienen
el corazón.
También previenen
la depresión
y la demencia,
dice la ciencia.
Pronto veremos
tan deportistas
a los mayores
que borraremos
protagonistas
de los dolores.
12 de enero de 2019
Como dice Victoriana, este es una crónica de algo que presencié mientras patinaba por Madrid...
RÍO
No recojo este instante
por la inusualmente agradable
mañana de julio.
Ni por el asfalto recién renovado,
sobre el que se rueda
como si se volara.
Ni por los encantadores niños modernos,
que ya no se columpian,
sino que escalan torres de tubos,
cruzan puentes de tablones
o se descuelgan en la tirolina,
preparándose para una vida
mucho más complicada.
Ni por las corredoras y patinadoras,
en diversos grados de desnudez,
pero siempre muy altos,
en las que se encarnan atléticamente
la gracia y la belleza.
No.
Lo hago porque una respetable señora
de sesenta y tres años
se ha vuelto para mirar
larga y concupiscentemente
a un apuesto corredor de veintisiete
con el que se ha cruzado.
Pero no pensemos mal;
tal vez le recordaba a algún nieto.
15 de julio de 2018
La trilogía de la inquisición que, no sé por qué, tenía ganas de leer aquí. Son poemas dirigidos a una mujer imaginaria a la que evaluara como posible pareja. Imaginaria porque ninguna mujer real estaría dispuesta a aguantar este interrogatorio ni medio minuto.
PREGUNTA
Dime una cosa:
¿eres roñosa?
¿A usar dinero
le pones peros?
¿Crees que guardando,
la pela ahorrando,
saldrás indemne
de este perenne
gasto que el tiempo
hace del cuerpo?
Pues no, señora.
Oye esto ahora:
nada que guardes
sobre esta tierra
podrás llevarte
cuando la dejes
por la frontera
sin aranceles.
30 de septiembre de 2013
OTRA PREGUNTA
Dime otra cosa:
¿eres golosa?
¿El turrón duro
es tu seguro
contra las penas
de parcas cenas?
¿Por los pasteles
pierdes papeles?
¿De Ávila yemas,
que están tan buenas,
te zamparías
cuatro docenas?
Huesos de santo,
lenguas de gato,
chocolatinas...
¿les ves encanto?
Pues lo lamento.
Bien que lo siento,
pero a tu lado
no estoy contento.
Pienso en mi parte
del dulce arte
que, insatisfecha,
quieras tragarte.
¡Marcha sin freno
a otras bandejas!
Éstas que dejas
son MI terreno.
1 de noviembre de 2013
ÚLTIMA PREGUNTA
Última cosa:
¿eres celosa?
¿Buscas secretas
a tu honra afrentas
entre las cuentas
de mis tarjetas?
Cuando conmigo
vas por la acera
¿ves a otras féminas
como enemigo?
¿Inquieta espías
todos los días
quién me visita,
por si me excita?
¿Lees mis mensajes
si estoy de viaje?
¿Por orificios
hechos a tientas
hallas indicios
de cornamenta?
Pues mira, nena,
menos faena.
Tu esfuerzo es vano
y poco sano.
Nadie es de nadie.
Todo es de aire.
Dedicar tiempo
de esa manera
a "asegurarse"
del pasajero,
loco y mudable
don del afecto,
lleva a perderlo.
23 de noviembre de 2013
De este recital me gustaron especialmente:
- de Marcelino Sáez, Porque te quería, Dile al mar que no espere y Apúntate a la vida;
- de Ángela Figuera, No quiero, leído por Marcelino;
- la música de Max y Pedro;
- de Boadicea, A mi vejez; y
- de Victoriana, ¡Que nieva! ¡Que nieva!
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