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martes, 9 de septiembre de 2014

Condiciones / Utilidad / Sirena

Buenas noches y muchas gracias por venir. Empiezo dando caña.

      CONDICIONES

Subcontratado en el cielo
salvando almas a destajo.
Un ejemplo de trabajo
basura sin ningún velo.

Jornadas interminables.
Protección contra demonios
antigua, de San Antonio,
pesada y poco fiable.

El jefe está en todas partes,
pero no lo ves jamás.
Si un breve lapso te das,
notas cómo empieza a hablarte:
"Sigue currando, so vago,
pues no descansa el Maligno.
Esfuérzate por ser digno:
gánate lo que te pago."

Y ni hablar de sindicatos,
de huelgas o de convenios.
Como el señor saque el genio
vas a pasar muy mal rato.

Está claro que no encajo,
que de aires debo cambiar,
que de este palio estelar
mejor cuanto antes me bajo.
He oído que en el infierno
necesitan personal,
no se cobra nada mal
y ofrecen contrato eterno...

   11 de agosto de 2014

Como muy bien habéis comprendido, se trata de una sátira sobre las condiciones laborales que sufren muchos trabajadores en este país. Os animo a hacer algo contra ellas: metiendo "fraudes laborales" en Google, el primer resultado es la página para denunciarlos anónimamente. Solo hay que dar los datos de la empresa, su dirección y la descripción del fraude. Ningún dato del denunciante.



El segundo se lo dedico al recientemente suicidado Robin Williams.

        UTILIDAD

Voy a decepcionaros:
el sufrimiento es casi siempre inútil.

Salvo que seáis católicos creyentes
y venga de una dolorosa enfermedad,
o de la muerte de un familiar.

Entonces podéis ofrecerlo a Dios
y pagar algunos de los plazos
de vuestra salvación.

Si el sufrimiento es por desamor,
por injusticia,
por dificultades laborales,
por estrecheces económicas,
por no ser famoso,
por falta de inspiración,
o incluso por llegar tarde,
es en vano.

Entendedme bien:
puede haber razones objetivas
para, ante una situación indeseada,
experimentar sufrimiento.

Pero esa angustia que nos oprima,
esa tenaza en nuestro pecho,
esa tristeza profunda,
esas noches de sueño alterado,
ese desasosiego constante,
no mejorarán la situación un ápice.

Cuando algo nos importa,
no podemos evitar que nos importe,
pero a veces sí que es posible impedir
que nos afecte demasiado,
a la vez que hacemos
todo lo que está en nuestra mano
para reconducirlo.

   16 de agosto de 2014



Y el tercero es una rigurosa crónica de hechos reales.

       SIRENA

Caminas ante mí.
La brisa hace trepar tu vestido largo
por tus interminables piernas.
Mis ojos siguen tus pies descalzos
manchados por el polvo del cemento.
¿Por qué esa suciedad
en una joven tan bella,
se pregunta mi incesante
buscador de armonías?

Llegas a tu casa y entras.
Me siento en el muro
del jardín de la siguente,
frente al puerto de Zlarin,
para intentar terminar un poema.

De repente, sales de tu casa
y pasas frente a mí.
Ahora llevas un bikini verde agua
del mismo color de tus ojos,
estoy seguro.

Caminas por el muelle
con un contoneo que debería estar prohibido
por la convención contra la tortura.

Tuerces por el espigón
que se adentra en el mar,
y allí permaneces largos minutos,
dándome la espalda
(¡y qué espalda, cielos!),
como esperando que te fotografíe.

Apenas lo hago
te lanzas al agua.
Nadas fatal.
Salta a la vista
que echas de menos tu cola de pez.

Vienes hacia mí.
¿Vas a arrastrarme a las profundidades?
¿Vas a gritarme maldiciones
en una lengua incomprensible?

No: subiendo unos escalones
ocultos a mi vista,
emerges de las olas
y apareces en todo tu húmedo esplendor
justo frente a mí.

Rehaces el camino del espigón,
donde hay una manguera para lavar los barcos,
y, a la luz del sol poniente,
riegas tu cuerpo dorado.

Las gotas que irradias
se funden en una corona resplandeciente
con tus rizados cabellos
del color del heno seco.

Intento inmortalizar también esta imagen,
pero eres demasiado rápida,
o estás demasiado atenta.

No importa:
en cuanto te desvaneces
(¿has sido un sueño?)
empiezo a derramar en versos
este magnífico regalo de Neptuno.

  28 de agosto de 2014

De esta sesión me gustaron especialmente el primero de Irene Ramos, el primero de Mario Carrión, Autoerotismo femenino de José Luis Álvarez Gallego y Datos personales de José Baena.

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