TROZO
Tengo frío. Tengo un trozo de frío.
Tengo mi corazón dentro del río
helado que deshiela de tu olvido,
de lo que pudo ser y nunca ha sido.
Tengo todos los dedos ateridos,
de no tocar tu piel estremecidos,
pues tan a gusto estaban a tu lumbre
que a la intemperie no hay quien se acostumbre.
Solo estoy en el páramo nevado,
desnudo de tu amor y abandonado.
La niebla es cada instante más espesa
y mi alma herida de llorar no cesa.
3 de noviembre de 2013
La semana pasada, la insistencia de Carlos Salem sobre una ciudad me hizo recordar las ocasiones que he estado allí, y las impresiones que me produjo, muy diferentes a las de otras ciudades.
BRUSELAS
La primera vez que estuve
me pareció un inmenso muro gris.
Una ola de humo congelada,
pero en peligro inminente de derrumbe.
Un sumidero de energía insulso,
un trampolín
para tirar los ánimos al suelo.
Una inmensa pared de nichos
disfrazados de ventanas.
La segunda vez era Navidad.
Guirnaldas de luces coloreadas
adornaban los edificios
y un gran abeto se erguía en la Gran Plaza.
Pero hacía un frío de muerte,
que no parecía venir del aire,
sino de las casas,
hostiles e impenetrables,
como una maqueta de cristal.
Las siguientes veces que he ido
no he podido sustraerme
al influjo de las dos primeras.
2 de noviembre de 2013
Y por último, siguiendo lo que ha dicho Kari, con muy buen rollo, un poco de autocrítica, porque, si no me la hago yo, nadie me la va a hacer.
CRÍTICA
¡Maldita mi tendencia
a la grandilocuencia!
A palabras tronantes,
en sentencias tajantes.
A frases campanudas
que arrasen con las dudas.
A dar siempre la tralla
con luchas y batallas.
A perder el contacto
con los hechos exactos,
sacar los pies del suelo
y extraviarme en mi vuelo.
Humilde lo confieso:
de ese impulso estoy preso,
y pesaroso os digo:
¿me perdonáis, amigos?
30 de octubre de 2013
Los poemas que más me gustaron de la sesión fueron Uno de vosotros, de Kari, Simbad, de Juan Pinilla, y Sonríe, de Carlos Galán.
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