Y ahora, mis poemas. Empiezo con un encargo de María Emilia: el tercero de la trilogía Pregunta, Otra pregunta y Última pregunta:
ÚLTIMA PREGUNTA
Última cosa:
¿eres celosa?
¿Buscas secretas
a tu honra afrentas
entre las cuentas
de mis tarjetas?
Cuando conmigo
vas por la acera
¿ves a otras féminas
como enemigo?
¿Inquieta espías
todos los días
quién me visita,
por si me excita?
¿Lees mis mensajes
si estoy de viaje?
¿Por orificios
hechos a tientas
hallas indicios
de cornamenta?
Pues mira, nena,
menos faena.
Tu esfuerzo es vano
y poco sano.
Nadie es de nadie.
Todo es de aire.
Dedicar tiempo
de esa manera
a "asegurarse"
del pasajero,
loco y mudable
don del afecto,
lleva a perderlo.
23 de noviembre de 2013
Sigo con un poema narrativo de algo que vi el sábado pasado. Tiene una dedicatoria también en verso.
A Madrid, por que algún día,
alguien a quien merezcamos
tengamos en la alcaldía.
ESFERA
Ante el bosque enladrillado
de la Plaza de las Ventas,
un habilidoso acróbata
asombra con una esfera.
Es de cristal transparente,
pesada, nada pequeña,
y cuando al sol la levanta,
haciendo, para el que observa,
que una miríada de rayos
de ella provenir parezcan,
mientras, pegada a su carne,
recorre vías magnéticas,
siento que contemplo a Atlas,
sosteniendo en su cabeza
ese cielo de azul puro
que es de mi ciudad la enseña.
23 de noviembre de 2013
Y para terminar, otra narración de algo que también me ocurrió un sábado, pero hace varias semanas. Abunda en un tema que ya traté en Ahí, pero de forma genérica: cómo lo pasmoso puede, en cualquier momento, irrumpir en lo cotidiano. En éste, del primer al penúltimo verso son hechos reales.
MAGIA
Salgo a comprar el pan.
En la escalera, con la llave en la mano
y mi puerta entreabierta,
oigo llegar el ascensor.
"La vecina de al lado", pienso.
Le abro la puerta, amablemente,
para que salga.
¡Pero la cabina está vacía!
Tampoco en el rellano hay nadie
que lo haya llamado.
Extrañado, entro.
Antes de que me dé tiempo
a pulsar el botón del bajo,
la puerta interior se cierra
y empiezo a descender.
"Eso es que otro vecino
lo ha llamado desde abajo", deduzco.
Llego, salgo...
¡y tampoco hay nadie!
Ni se oyen pasos de alguien
subiendo la escalera a pie,
harto de esperar,
ni hay sitio para que se esconda
un imposible bromista.
Claramente hay que avisar al técnico.
Creo que se llama Merlín...
9 de noviembre de 2013
El poema que más me ha gustado de esta sesión ha sido Hoy mi cuerpo hará mudanza, de ¿Martín?
Al final de la sesión, un joven poeta (¿Alejandro?) ha dicho desde el estrado que, si me presento a alcalde de Madrid, me vota tres veces, ha elogiado entusiasmado (demasiado para que yo me lo creyera) mis poemas rimados y me ha llamado maestro.