Buenas tardes y muchas gracias por venir. Dejo para el sorteo uno de mis poemas secretos. Impreso, pero firmado de mi puño y letra. Y para corporeizar el tercer poema, una gargantilla de hilo de acero y cuadrados de esmalte. Para mujeres modernas. Da la impresión de llevar en torno a la garganta la nube de probabilidad del electrón.
La semana pasada me tocó en el sorteo una trituradora de documentos. Un gracioso dijo cuando me llevaba mi regalo: «Tritura un poema». Así procedí: llegué a casa, la hice funcionar y trituré este, porque lo tenía en papel y porque se ha quedado viejísimo. Lo escribí tras unas desafortunadas declaraciones del exministro José Ignacio Wert que en su momento levantaron gran polvareda y de las que nadie se acuerda ahora. No disimula, empezando por el título, que es una adaptación del gran poema If de Rudyard Kipling.
¿Y SI?
¿Y si en lugar de españolizar a los niños
o catalanizar a las niñas
les enseñáramos a pensar?
¿A que no los engañen con palabras vacías,
por bonitas que suenen?
¿A reconocer inmediatamente
cuándo les están intentando timar?
¿A no dejarse dividir en bandos enfrentados
para que medre el demagogo de turno?
¿A que el patriotismo es
el último refugio de los canallas?
¿A votar teniendo en cuenta la gestión pasada
y no promesas de futuro?
¿A forjarse un espíritu crítico
y una capacidad para juzgar rectamente?
Hay una palabra en español
que significa exactamente esto:
sindéresis.
Todos los días deberíamos invocarla.
Y sin embargo es absolutamente desconocida.
¿Por qué?
Porque aquí no se piensa,
no se razona,
no se argumenta,
no se matiza.
Aquí se embiste
con la cabeza revestida
de lemas incuestionables,
de consignas inmodificables.
Quien osara entrar en discusión dialéctica
correría el riesgo de perderla,
de darse cuenta de que estaba equivocado,
DE TENER QUE CAMBIAR DE IDEAS.
Eso jamás.
«Procure siempre acertalla
el honrado y principal,
pero si la acierta mal,
sostenella y no enmendalla»
Quinientos años después,
tantos que ya ni siquiera se conjuga así,
seguimos prisioneros del maldito orgullo.
¡Es hora de cambiar!
14 de octubre de 2012
Hablando de triturar:
ESTADO II
Cuando me pongo trascendente
soy un peligro desatado,
un torbellino desbocado,
una espiral de repelente.
Una sonata mal tocada,
un botellón descontrolado,
un vecindario envenenado,
una pareja emborrachada.
Una reunión interminable,
una rabieta adolescente,
un autobús lleno de gente,
un jefe estricto y miserable.
Un dolor fuerte y continuado,
una galerna destructora,
una voraz trituradora.
Para entendernos: ¡un pesado!
6 de diciembre de 2014
El último habla de cosas lejanas y desconocidas.
ESCÉNICO
Nervios en los escenarios:
habituales y ordinarios.
Un desierto en la garganta.
Sudor cual debajo manta.
De voz un residuo afónico.
El corazón supersónico.
El estómago anudado.
El semblante demudado.
Mente en blanco nuclear.
Ganas locas de escapar.
Las palmas que te chorrean.
Los gallos que se pelean
por, en tus cuerdas vocales,
dar sus gritos animales.
Siento deciros, colegas,
que a vencerlos no se llega.
Para seguir actuando
habrá que irlos soportando.
30 de septiembre de 2019
De este micro abierto me gustaron especialmente:
- To ask you for your name, de James;
- El último, de Marta Plumilla; y
- Siete segundos, de Treces.
Somos un país de gente tozuda. Nuestras convicciones no cambian nunca porque hacerlo sería admitir que alguien nos convenció de algo, y eso es debilidad de carácter.
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