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viernes, 25 de abril de 2025

Carne

Buenas tardes y muchas gracias por venir. Dejo para el sorteo uno de mis poemas  secretos. Impreso, pero firmado de mi puño y letra. Ceñido con una cinta del color de las páginas de los libros, cuyo día es mañana..

Dentro de la serie de grandes obras de la literatura que estoy regalando, hoy nada menos que El mercader de Venecia, de Shakespeare.

¿Por qué?
[silencio]

¿Alguien por ahí se atreve a proponer un motivo?
[silencio]

¿Y por ahí?
[silencio]

¿Alguien se lo puede preguntar a una inteligencia artificial que lleve en el móvil? ¿Chat GPT, Deep Seek, Perplexity, Gemini?


—¿Por la carne?
—Vas bien encaminado. Venga, un paso más.
—¿Por la apuesta?—
Algo de eso hay. ¿Alguien más?
[silencio]
—Porque el nudo dramático consiste en que el protagonista deja en prenda una libra de su…

—¡Carne!

Y para corporeizar el poema, esta pulsera de esferas rosadas.


     CARNE

El carnicero
corta despacio la carne
en tajos pequeños,
cuidados cubos rosados,
blandos dados de proteína.

Los pesa
y la báscula marca exactamente
lo que le he pedido:
trescientos gramos.
Él no se sorprende;
ya lo sabía.

Esta noche
comenzará esta carne
a formar parte de mi carne,
a nutrir a mis células,
a construir las nuevas, que reemplazan
a las que por cientos perecen
cada minuto.
Ternera, matarife, carnicero:
gracias.



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