— Creo que una de las duchas está estropeada: mana sin cesar.
— ¡Huy! ¡Qué forma tan poética de decirlo! «Mana sin cesar»
Un cachondo, el tipo. Pero el que le dé por hacer esa broma me hace pensar dos cosas:
a) Para gente poco formada, cualquier forma desacostumbrada de hablar es poesía (más probable).
b) Tanta poesía se está infiltrando en mi discurso (menos probable).
¿Qué pensáis vosotros? Si os sugiere algo, luego me comentáis.
Dedico el primero a la ciudad mártir de Alepo, en Siria, que se desangra inacabablemente en medio de la impotencia internacional.
PESADILLA
He visto al monstruo:
piernas de denso humo negro,
cuerpo de bola de fuego,
testuz de huracán afilado,
tajando sin piedad
barrios enteros de viviendas miserables,
abriendo a sus habitantes en canal
y esparciendo sus desechos al viento.
Me ha ensordecido su voz dantesca,
amasada con gritos de niños.
Me ha quemado su aliento
de exterminio indecente.
Y me ha hecho estallar la cabeza,
no tratando de comprender
los motivos de su furia genocida,
que los conozco tanto
como para despreciarlos con todas mis neuronas,
sino intentando concebir
algún maldito modo de pararlo.
23 de julio de 2014
El segundo es un conjuro cuyo ritmo, distinto al de cualquier otro poema, detiene la escabechina en la mente de quien lo escucha.
TIC TAC
Es hora
de que las armas se callen.
Es hora
de que los versos estallen.
Instante
de despegar de la tierra.
Momento
de terminar con la guerra.
Palabras
como machetes desnudos
destrozan
los más robustos escudos.
Lamentos
de inocentes masacrados
conmueven
a los más tercos soldados.
La rabia
se disuelve poco a poco;
la calma
es de miradas el foco.
26 de noviembre de 2015
Y el tercero trata de dos reacciones opuestas a las que ha dado lugar el fenómeno Pokemon Go, increíbles ambas, pero rigurosamente auténticas. En mi blog, Discursos a los diablos, podéis encontrar enlazadas una y otra noticia, como siempre que hablo de algo.
CAMPAÑA II
En el ejército galo
(palabra, no es chiste malo)
se pondrán a perseguir,
expulsar y reprimir
a monstruos imaginarios
que por caprichos de usuarios
penetren en sus cuarteles,
en sus tanques, sus bajeles,
sus bases o instalaciones.
Los sacarán a empujones
Mientras, la armada española,
astuta como ella sola,
sin miedo a las consecuencias,
proclama las excelencias
de una vida aventurera
que te transporta doquiera
estos coloridos bichos
habitan abstrusos nichos.
Del rigor insobornable,
fastidioso e implacable
de la vida militar
hemos pasado a alabar
lo lúdico y lo festivo,
lo gozoso de estar vivo,
la alegría y la amistad.
¡Viva la modernidad!
13 de noviembre de 2016
De esta sesión me gustaron especialmente el de Nico Brozas sobre los pasajeros de un vagón de metro, los de Maricha y los de Pepe Ramos, especialmente Sillas de oficina.
