MÚSICA
Oigo al cacofónico
conjunto sinfónico
perpetrar un tango
del más bajo rango.
Lloran mis oídos
por estos sonidos
o, más bien, maullidos
de gatos en celo,
gritándole al cielo
la suerte malvada
de los secos filos
de la madrugada,
enredo de hilos
que empiezan y acaban
en parte ninguna,
mientras se les clavan
rayos de la luna.
13 de julio de 2016
Y después de la música, el...
BAILE II
Que danzaba soñé la última noche,
de pie en un pardo prado solitario,
de una mujer delgada acompañado,
desnudos ambos, tocando piel con piel.
Formamos complicadas filigranas
estrellas de ocho miembros levantados
a un cielo de marfil y terciopelo.
desde el que otras estrellas nos miraban,
La hierba era algodón bajo las plantas
de nuestros lentos pies acompasados,
fluyendo como aguas de un arroyo,
como hojas impulsadas por la brisa.
Y cuando finalmente llegó el alba,
los dos nos disolvimos en jirones,
acompañando a los últimos restos
de oscuridad que de la luz escapa.
14 de abril de 2017
Y antes del último una nota aclaratoria: Caruso fue un tenor de hace casi un siglo, pero tan famoso que cuando se dice de alguien que canta como Caruso se quiere decir que canta muy bien.
Trata sobre la investigación a Ignacio González, la mujer, el hermano, el cuñado, el padre, y hasta el perro, por obras ilegales en la caseta pagadas con facturas falsas. Se habla de ella a todas horas, pero nadie ha explicado por qué se llama como se llama. Vamos a corregir esa falencia.
Se lo dedico al magistrado Eloy Velasco, instructor de la causa, y lo precedo de una cita de Alfred de Vigny: «El honor es la poesía del deber.»
HÉROE
Veamos ¿por dónde empiezo
a hablar de don Blas de Lezo?
Fue un marino leal y franco*,
bajo, cojo, tuerto y manco,
que defendió Cartagena
de Indias hace muchos años,
todo a base de redaños,
contra una banda de hienas.
Los ingleses codiciaban
las riquezas de la villa,
del Caribe maravilla,
y conquistarla buscaban.
Pero nuestro marinero,
en combate desigual,
les pegó paliza tal
que ni un barco quedó entero.
Y ahora han dado su apellido
a una magna operación
contra la vil corrupción
que en España hemos sufrido.
Resolvieron los mangantes,
hartos del patrio solar,
encamparse a saquear
las tierras que el navegante
tan eficaz protegió.
Ninguno de ellos pensó
que en su tumba estrecha y fría
peligroso persistía
el deseo de justicia,
de castigar las sevicias.
Y ahora ante el juez se arrepienten
de tener la guardia baja,
de meter la mano en caja
y en carusos se convierten.
Permite que, agradecido,
ante el público me plante
y presente convencido
¡mis respetos, almirante!
20 de abril de 2017
*Guiño al poema de Rubén Darío sobre Colón